En 2019, Volodymyr Zelensky se convirtió en el nuevo presidente de Ucrania, un evento que sorprendió tanto a la política interna como a la comunidad internacional. Zelensky, un comediante y empresario sin experiencia política previa, logró un rotundo triunfo electoral en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebradas en abril de ese año. Su victoria fue interpretada como un rechazo a la clase política tradicional y un fuerte mandato de cambio por parte de la ciudadanía ucraniana, cansada de la corrupción y el estancamiento que caracterizaban el gobierno del entonces presidente Petro Poroshenko.
Zelensky se presentó como un candidato antisistema, una figura ajena a los círculos políticos establecidos, lo que le permitió conectar con los electores desencantados y con aquellos que deseaban un renovado enfoque en la lucha contra la corrupción y la reforma del sistema político. Durante su campaña, Zelensky apeló a la desilusión de los ucranianos con la élite política, y su mensaje de renovación y transparencia resonó fuertemente en un contexto marcado por los conflictos en el este de Ucrania y la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014.
A lo largo de su campaña electoral, Zelensky, un actor famoso por su papel en la serie de televisión «Servidor del Pueblo», en la que interpretaba a un profesor de historia que inesperadamente se convierte en presidente, utilizó su imagen de «hombre común» para ganar el apoyo popular. Su nueva visión política era una de modernización y de lucha contra el oligopolio que dominaba los sectores clave de la economía ucraniana. A pesar de su falta de experiencia política, Zelensky fue capaz de presentarse como una alternativa fresca frente a la continuidad de los políticos tradicionales, ganándose el apoyo de una amplia coalición de votantes de diferentes sectores sociales.
En la segunda vuelta electoral, celebrada en abril de 2019, Zelensky obtuvo un apoyo abrumador con más del 70% de los votos, frente al incumbente Petro Poroshenko, quien quedó con alrededor del 24%. La victoria de Zelensky fue interpretada como un claro mandato para un cambio profundo en la política ucraniana, una señal de que los votantes deseaban un giro radical en la forma de gobernar el país. En su discurso de victoria, Zelensky prometió que “el pueblo había hablado”, y que su mandato estaría centrado en la restauración de la confianza pública y en la reconstrucción de las instituciones del estado.
Uno de los principales desafíos que enfrentaba Zelensky tras su elección era la continuidad del conflicto con Rusia, especialmente en las regiones de Donetsk y Lugansk, donde desde 2014 se habían dado enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos. Aunque Zelensky había abogado por un enfoque más dialogante y diplomático, el conflicto seguía siendo un tema clave en la agenda de su presidencia. A pesar de su promesa de acercarse a la desescalada del conflicto, las relaciones con Rusia continuaban siendo extremadamente tensas, lo que dificultaba cualquier tipo de solución definitiva.
Además del conflicto con Rusia, Zelensky tuvo que enfrentar una grave crisis económica en Ucrania. El país, aunque apoyado por préstamos internacionales y asistencia económica de la Unión Europea y los Estados Unidos, se encontraba sumido en una recuperación económica lenta tras años de inestabilidad política y de la revolución de 2014. Zelensky, al prometer una transformación económica, tuvo que abordar las difíciles reformas estructurales necesarias para garantizar la estabilidad financiera y mejorar las condiciones de vida de los ucranianos.
En sus primeros meses como presidente, Zelensky adoptó varias medidas para impulsar la lucha contra la corrupción. Su administración trató de reformar el sistema judicial y el funcionamiento del aparato del Estado con el fin de eliminar las prácticas corruptas que habían socavado la confianza en las instituciones ucranianas durante años. A pesar de los obstáculos políticos que enfrentó, incluyendo la resistencia de las élites establecidas y algunos sectores dentro del propio sistema político, Zelensky continuó presionando para lograr sus promesas de reformas.
La elección de Zelensky representó también un cambio en la relación con Occidente. Aunque Ucrania continuó siendo una pieza clave en el conflicto geopolítico entre Rusia y la OTAN, el nuevo presidente buscó fortalecer los lazos con Europa y los Estados Unidos, a la vez que mantenía una postura firme ante el desafío ruso. La aprobación de reformas y la lucha contra la corrupción fueron dos de los principales elementos que Zelensky utilizaría para consolidar su apoyo internacional, especialmente de la Unión Europea y otros actores occidentales que veían en su gobierno una oportunidad para fortalecer a Ucrania en su lucha por la democracia y libertades fundamentales.
La elección de Volodymyr Zelensky en 2019 fue un hito significativo en la política ucraniana, simbolizando el deseo de cambio profundo por parte de la ciudadanía y la búsqueda de una nueva dirección para el país. Su victoria, basada en la promesa de un gobierno más transparente y en su capacidad para reformar un sistema que muchos consideraban corrupto y anticuado, puso de manifiesto las aspiraciones de un pueblo que anhelaba una Ucrania más unida, moderna y libre. Sin embargo, los desafíos seguían siendo enormes, desde la guerra con Rusia hasta las reformas económicas y políticas, que seguirían siendo el foco de su presidencia.