El 8 de noviembre de 2016, Donald Trump se convirtió en el 45.º presidente de los Estados Unidos tras derrotar a Hillary Clinton en una de las elecciones más polémicas y sorpresivas de la historia del país. Contra la mayoría de las encuestas y expectativas de los analistas políticos, el magnate republicano logró imponerse en el Colegio Electoral, asegurando su llegada a la Casa Blanca y marcando un cambio radical en la política estadounidense.
Desde el inicio de su campaña, Trump se presentó como un outsider de la política tradicional, utilizando un discurso populista, nacionalista y anti-establishment que resonó con millones de votantes descontentos. Su lema, «Make America Great Again», se convirtió en un símbolo de su promesa de devolver la grandeza a Estados Unidos a través de políticas proteccionistas, un endurecimiento en la inmigración y un enfoque agresivo en las relaciones internacionales.
Uno de los aspectos más impactantes de la elección fue la derrota de Hillary Clinton, quien representaba la continuidad del legado de Barack Obama y contaba con una amplia experiencia política. A pesar de ganar el voto popular con casi tres millones de sufragios más que Trump, Clinton perdió en el Colegio Electoral debido a la derrota en estados clave como Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que históricamente habían favorecido a los demócratas.
Las elecciones de 2016 estuvieron marcadas por una profunda polarización política y mediática. La campaña se vio envuelta en múltiples controversias, desde la filtración de correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata hasta las acusaciones de interferencia rusa en el proceso electoral. Trump, por su parte, fue objeto de críticas por sus comentarios racistas, misóginos y su postura agresiva contra los medios de comunicación, a los que calificó como «enemigos del pueblo».
Uno de los momentos más determinantes de la campaña fue el escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton, utilizados en un servidor privado cuando era secretaria de Estado. A solo días de la elección, el FBI reabrió la investigación sobre este tema, lo que generó un golpe negativo en la imagen de la candidata demócrata. Muchos analistas consideran que este factor, junto con el voto oculto a favor de Trump, fue decisivo en el resultado final.
La noche electoral fue un reflejo de la incertidumbre que marcó todo el proceso. A medida que avanzaba el conteo de votos, los estados considerados clave comenzaron a inclinarse inesperadamente a favor de Trump. La confirmación de su victoria en Florida, Carolina del Norte y Ohio consolidó su camino a la Casa Blanca. Finalmente, al superar la barrera de los 270 votos electorales necesarios, Trump dio su discurso de victoria, en el que prometió ser un presidente para todos los estadounidenses.
El triunfo de Trump generó reacciones mixtas tanto a nivel nacional como internacional. Mientras sus seguidores celebraban la victoria como una rebelión contra la élite política, sus opositores salieron a las calles en protestas bajo el lema «Not My President». En el ámbito internacional, el resultado generó incertidumbre sobre el futuro de las relaciones de Estados Unidos con sus aliados y el papel del país en acuerdos globales como el cambio climático y el comercio internacional.
La elección de 2016 no solo representó una victoria electoral, sino el inicio de un nuevo capítulo en la política de Estados Unidos. La administración de Trump trajo consigo cambios significativos en la economía, la inmigración, la política exterior y el sistema judicial, consolidando una transformación en la estructura política del país que seguiría teniendo repercusiones en los años posteriores. Su victoria evidenció la división profunda en la sociedad estadounidense y sentó las bases para un escenario político cada vez más polarizado.