En julio de 2011, la NASA llevó a cabo la última misión del transbordador espacial Atlantis como parte del cierre de su programa de transbordadores espaciales. Esta misión, conocida como STS-135, representó un hito en la historia de la exploración espacial, ya que marcó el fin de una era que había comenzado más de 30 años antes con el lanzamiento del primer transbordador, el Columbia. Con el regreso del Atlantis a la Tierra, se dio por concluido un programa que había tenido un impacto profundo en la ciencia, la tecnología y la cultura espacial.
La misión STS-135 fue lanzada el 8 de julio de 2011 desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida. El transbordador Atlantis, que había sido parte fundamental del programa desde su primer vuelo en 1985, despegó con una tripulación de cuatro astronautas: Christopher Ferguson, Douglas G. Hurley, Sandra Magnus y Rex Walheim. Esta misión tenía como objetivo principal llevar suministros y equipos a la Estación Espacial Internacional (ISS), en particular, un cargamento de repuestos y un nuevo módulo de carga para la estación. La tripulación también instaló un dispositivo de almacenamiento de carga extra que permitiría a la ISS seguir funcionando en las próximas misiones.
El transbordador Atlantis completó un total de 4,848 órbitas alrededor de la Tierra durante su misión, que duró 13 días. Este vuelo fue especialmente significativo, ya que fue el último de la flota de transbordadores espaciales, que también incluía al Discovery y al Endeavour, ambos retirados previamente. A lo largo de su carrera, el Atlantis realizó 33 misiones espaciales, contribuyendo al desarrollo de la ISS y al mantenimiento de telescopios espaciales como el Hubble. La misión STS-135 simbolizó no solo el final de la flota de transbordadores, sino también el fin de una era en la que la NASA confiaba en estos vehículos para transporte y logística en el espacio.
Uno de los momentos más emocionantes de la misión STS-135 fue el despegue del Atlantis, un evento que fue seguido por millones de personas en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos. Después de tres décadas de misiones espaciales, este vuelo se percibió como un acto de despedida para el icónico transbordador y para el programa que había sido un pilar de la exploración espacial estadounidense. La NASA había logrado importantes avances en la ciencia del espacio, en el desarrollo de tecnología aeroespacial y en la colaboración internacional a través de la construcción de la ISS. Sin embargo, el programa de transbordadores también enfrentó desafíos, como el desastre del Columbia en 2003, que resultó en la muerte de siete astronautas y obligó a una pausa en los vuelos espaciales.
La retirada de los transbordadores espaciales fue un cambio importante en la política espacial de EE.UU., ya que la NASA dejó de realizar vuelos tripulados con vehículos reutilizables y, en su lugar, se centró en el desarrollo de nuevas tecnologías de exploración. En los años posteriores a la misión STS-135, la NASA comenzó a centrarse en proyectos más ambiciosos, como el programa Artemis, que tiene como objetivo llevar nuevamente a los humanos a la luna y, eventualmente, a Marte.
El fin del programa de transbordadores también significó un cambio en el panorama internacional de la exploración espacial. Si bien los transbordadores espaciales habían sido la piedra angular del acceso estadounidense al espacio, otros países como Rusia y China han continuado desarrollando sus propios programas espaciales. De hecho, los astronautas estadounidenses han dependido de cohetes rusos Soyuz para viajar a la ISS después de la retirada de los transbordadores, lo que ha llevado a la NASA a desarrollar nuevas asociaciones comerciales y explorar el uso de cohetes privados para futuros vuelos espaciales.
A pesar de la conclusión del programa de transbordadores, la NASA no cerró la puerta a nuevas innovaciones tecnológicas en la exploración espacial. La misión STS-135 y la retirada de los transbordadores espaciales marcaron una transición hacia nuevas metas y desafíos para la exploración espacial estadounidense. Esta misión, por lo tanto, no solo cerró un capítulo importante en la historia de la NASA, sino que también abrió las puertas a una nueva era en la que las nuevas tecnologías y las alianzas internacionales jugarían un papel clave.
La última misión del transbordador espacial Atlantis en julio de 2011 fue un evento trascendental para la historia de la exploración espacial. A través de la misión STS-135, la NASA concluyó un programa que había dejado un legado impresionante en términos de avances científicos y tecnológicos. Aunque el programa de transbordadores llegó a su fin, su impacto sigue siendo fundamental para el futuro de la exploración espacial y el desarrollo de nuevas capacidades tecnológicas en el ámbito aeroespacial.