El 12 de marzo de 2010, España perdió a uno de sus escritores más importantes del siglo XX. Miguel Delibes, novelista, periodista y miembro de la Real Academia Española, falleció a los 89 años en su casa de Valladolid, la ciudad que lo vio nacer y que estuvo presente en gran parte de su obra. Su muerte marcó el final de una trayectoria literaria única, caracterizada por su profundo amor por la naturaleza, su defensa del mundo rural y su estilo claro y depurado.
Delibes comenzó su carrera como periodista en El Norte de Castilla, periódico del que llegó a ser director, pero fue en la literatura donde encontró su verdadera vocación. Desde su primera novela, «La sombra del ciprés es alargada» (1948), con la que ganó el Premio Nadal, hasta sus últimas publicaciones, dejó una huella imborrable en la narrativa española. Obras como «El camino», «Las ratas», «Los santos inocentes» o «Cinco horas con Mario» son consideradas clásicos imprescindibles que reflejan con maestría la España de su tiempo.
Uno de los grandes temas de su literatura fue la desigualdad entre el campo y la ciudad, denunciando la pobreza y el abandono del mundo rural. También abordó la falta de libertades durante la dictadura franquista y los conflictos sociales que marcaron la segunda mitad del siglo XX en España. Su estilo, sencillo pero profundamente emotivo, lo convirtió en un autor accesible para todos los públicos, capaz de plasmar con gran sensibilidad las emociones humanas y la relación del hombre con su entorno.
A lo largo de su carrera, recibió numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1982, el Premio Cervantes en 1993 y el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1991. Fue propuesto en varias ocasiones para el Premio Nobel de Literatura, aunque nunca llegó a recibirlo. Su figura fue reconocida dentro y fuera de España como una de las más relevantes de la literatura contemporánea.
Desde finales de los años 90, Delibes sufrió problemas de salud que lo alejaron de la vida pública y le impidieron seguir escribiendo. Sin embargo, su legado literario continuó creciendo con reediciones constantes de sus libros y adaptaciones cinematográficas de sus novelas, como la célebre versión de «Los santos inocentes», dirigida por Mario Camus en 1984, o «El hereje», su última gran obra publicada en 1998.
Tras su fallecimiento, instituciones culturales, universidades y el mundo literario en general rindieron homenaje a su figura. Su ciudad natal, Valladolid, organizó actos en su honor, y su legado sigue vivo a través de la Fundación Miguel Delibes, creada para preservar su obra y difundir su pensamiento. Su capacidad para retratar la España profunda, su amor por la naturaleza y su compromiso con la justicia social hacen que su literatura siga siendo relevante hoy en día.
Miguel Delibes dejó una obra inmortal que continúa emocionando y enseñando a generaciones de lectores. Su estilo directo, su profundo respeto por la vida sencilla y su sensibilidad para captar la esencia del ser humano lo han convertido en uno de los grandes escritores de la literatura en español. Su fallecimiento supuso una gran pérdida, pero su legado sigue vivo en cada una de sus páginas.